martes, 22 de enero de 2013

El baile tartamudo

-Oye, perdona, ¿me puedes pasar la mostaza?

Coges la mostaza que hay en tu mesa, te giras y lo ves. Es tu mejor amigo de la infancia. Sonríes un poco pero él te da las gracias y se vuelve a girar. Te quedas mirando su espalda con esa sonrisa y te das cuenta de que el tío no te ha reconocido. Quizás te ha olvidado. Quizás te ha ignorado. Te planteas darle unos golpecitos en el hombro y decirle "Joder, Miguel, que soy el Pedro. El de IPSE, ¿te acuerdas? Hacíamos eso del baile tartamudo, ¿te acuerdas? Pedro, del IPSE, éramos buenos amigos..." pero piensas que quizás te ha ignorado porque ha visto que estabas echo polvo. Quizás tu miseria se ve a leguas de distancia. Quizás llevas las palabras "divorcio" y "bancarrota" estampadas en la frente. Tu mejor amigo de la infancia ha decidido ignorarte. No quiere saber nada sobre ti, no quiere saber tus mierdas. Te ha visto jodido y ha preferido no volver a ser tu amigo. No quiere que le relacionen contigo. No quiere contagiarse.

Tranquilo. Quizás no te ha reconocido, has cambiado. Ahora eres calvo y llevas gafas. Es normal, antes eras un niño con greñas y con pecas. No tienes nada que ver con eso, ya no eres esa persona. Eres otra cosa, un cuerpo nuevo. Una mente nueva. Tu "yo" del pasado y tu "yo" contemporáneo no tienen nada que ver. Incluso seguro que se odiarían. El tipo de la mostaza no tiene nada que ver contigo. Era amigo de otro tipo, de otra persona, de alguien que conociste hace mucho tiempo. No tienes porque saludarle, no tenías ni porque haberle pasado la mostaza. Era tu jodida mostaza. Ese capullo te ha dejado sin mostaza. ¿Quién coño se cree que es? Este tipo va por la vida diciendo "Oye, perdona, ¿me puedes pasar la mostaza?", ¿qué coño se cree? ¿Qué significa ese "perdona"? ¿Tienes que perdonarle de algo? ¿Tienes que perdonarle de que no se haya acordado de que tú eras su mejor amigo de la infancia? ¿De que hacías con él el baile ese del tartamudo y que ya no se acuerda? ¿Es eso lo que tienes que perdonarle a ese pedazo de cara de mierda? Levántate y arrebátale la mostaza y dile que se la meta por el culo junto con toda esa jodida hamburguesa que se está a punto de comer.

Joder, tranquilo. Quizás te has confundido. Quizás este tipo realmente no es Miguel. Tienes demasiadas cosas en la cabeza. El divorcio, el dinero. Joder, llevas unos últimos meses muy locos. Incluso alguien quemó tu coche. Relájate. Ponte ketchup en el frankfurt y olvida todo lo que acaba de pasar, solamente te meterías en más problemas. Da igual, cómete el frankfurt y vuelve a casa.

viernes, 4 de enero de 2013

1 de Enero

Cada año se reunían para comparar sus pollas. Lo hacían el 1 de Enero, era un día tranquilo y relajado. Mientras el mundo entero descansaba de la gran juerga anual de fin de año ellos se sacaban los penes y debatían los cambios que éstos habían sufrido. Lo llevaban haciendo desde los 9 años y ninguno de ellos nunca había faltado a la cita. Era un día sagrado, la confirmación del crecimiento y la madurez a través del oráculo fálico. Cada año los penes ofrecían algún tipo de novedad. Al principio los cambios eran bastos y evidentes pero con los años la observación del pene se hacía más complicada. Los hombres tenían que observar cada rincón, cada pliegue. Tenían que indagar toda la superfície con suma dedicación para poder apreciar el paso del tiempo. A veces creían que no había cambiado nada pero en el último momento siempre encontraban el elemento diferencial. Cada año dejaba su huella, el tiempo avanzaba y ningún pene podía ignorarlo. A veces era una estría otras veces era un casi inapreciable cambio de tamaño, pero siempre había algo. Alrededor de la mesa los hombres se sacaban las pollas y las apoyaban encima del hule. Las observaban fijamente durante horas, podían pasarse todo el día. Miraban las suyas y las de sus compañeros, se las tocaban y manipulaban tranquilamente y comentaban la jugada. Cuando todos habían verificado que su pene había sido, de nuevo, víctima del tiempo, se guardaban las pollas y se largaban a casa con su familia. No había más, solamente la tranquilidad de que todo seguía su curso. La idea de que uno de ellos entrara en el nuevo año con un pene exactamente igual al del año anterior era aterradora. Era la muerte. Si uno de ellos sufría este terrible devenir era inmediatamente invitado a no volver a aparecer por estas reuniones del 1 de Enero. Ese era el trato.