jueves, 13 de enero de 2011

La camisa con jodidos poderes

De pequeño tenía una camisa que me gustaba mucho. Cuando me la ponía me sentía como "guay". Era el "guay" de la clase. Esa mierda me daba poder. Con esa camisa era mejor que todos mis compañeros de clase. Hace poco la encontré en el fondo de un armario. La jodida camisa.

Los artefactos con ciertos poderes se comportan de forma extraña a lo largo del tiempo. Digamos que esos poderes, en el fondo, los confiere nuestra confianza ciega en el objeto y esa confianza nos hace reaccionar y hacernos creer capaces de cualquier cosa. Pensemos en el martillo de Thor, en las runas germanas o los grimorios, por ejemplo. De pequeño creía que esa camisa podía hacer que mi polla creciese hasta llegar a la luna, por suerte nunca necesité una polla gigante. Pues bien, con el tiempo esta fuerza de la imaginación se disipa. Como con el tiempo -y ahora me refiero a un nivel histórico- las runas y los grimorios pierden todo su sentido dejando paso a la razón y a la ciencia, con la edad nuestros "juegos" y proyecciones a otros mundos se disipan o se convierten en terrenos infranqueables, de hecho -a nuestros ojos-, parecen terrenos estúpidos y sin utilidad alguna. Pues concluyendo, mi avanzada edad ha convertido a esa "cota de malla" (camisa) en un simple pedazo de ropa sin poderes. Lo más patético es que aun se ajusta a mi cuerpo, cosa que dice muy poco de mi -han pasado como 20 años-. Bueno, quizás si conserva algún tipo de poder, realmente me hace sentir un patético adulto sin trabajo, sin casa, sin sueños ni imaginación. Jodida camisa.

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